viernes, 10 de agosto de 2007

Hoy no sale “El Jueves”

Dicen en la portada que salen los miércoles. Y que la secuestran los viernes. Los sábados es cuando, aparentemente, acaba en el contenedor de la basura: el de color azul, no se equivoquen, no dejen por ello de reciclar, no permitan que alguien por ahí insista en su labor predicadora sobre eso del medioambiente.

Oiga, ¿a usted no le ha ocurrido? Pasea por el aeropuerto o en el andén de esa estación del AVE que no llega a Euskadi, y aburrido, ojea el kiosco de prensa a ver qué revistas y diarios encuentra. Compra el Diario Vasco, por supuesto. Y sigue mirando. No opta por los tabloides rosas, que ya aburren con siempre el mismo cuento. Tampoco opta por las revistas de coches, o informática, o viajes, siente por ellas un hartazgo profundo. Quizá piense que la edición española (perdón: ¡estatal!) del National Geographic le va a producir sopor, lo cual es un error, pero es libre y tiene todo el derecho a cometerlo. Sigue mirando. Como no se defiende en inglés, caso omiso al Time o al Newsweek. De pronto, descubre una voluptuosa mujer en la portada del Playboy, revista que descarta aunque le tiente, porque seguro que su vecino de viaje se la espía. Finalmente encuentra los colores graciosos, las viñetas simpáticas y el impacto visual de “El Jueves”, y se deja seducir por la diversión.

Con sus más y sus menos, he seguido la pauta anterior en alguna ocasión. Compro un número y le echo un vistazo. Me canso enseguida. Pocas veces termino de leerla. Casi siempre acaba en la basura antes de tiempo. He de ser franco: no me gusta demasiado su humor. Admito que algunas semanas aciertan. Pero en muchas otras el ingenio se les esfuma. Se creen inteligentes con la grosería y la zafiedad como herramientas.

Vociferan muchos que lo acaecido recientemente con esa revista nos retrotrae a los tiempos de la dictadura, cuando los prebostes echaban mano de los picoletos para acallar cualquier insurgencia. Ese pensamiento es una barbaridad. Yo sí pienso que a menudo los responsables de “El Jueves” tienen la intención de injuriar. Pero no que se les deba incoar expediente alguno en un juzgado. Eso es otra barbaridad. Aquí hay libertad de expresión. Incluso para lanzar injurias sin estilo.


No entiendo qué le debió pasar por las meninges al juez que desbarró y acabó embargando el controvertido número de “El Jueves”. Su prepotencia dista casi una carrera jurídica de la sensatez. Quizá se levantó esa mañana cansado de contemplar cómo en democracia los raseros son cada vez más exiguos. Un mal día cualquiera lo tiene. Algo así le pasó a un político que, enardecido por las circunstancias, se puso a chorrear tonterías antimonárquicas en su blog de la red. Aquí nadie se salva, eso está claro. Errare humanum est.