Al ritmo en que se consumió petróleo mundialmente en
2005 (más de 29 mil millones de barriles) nos acabaremos lo que queda en menos
de 40 años. De modo que no seamos hipócritas respecto a lo de Irak. El control
de las reservas es cuestión de vida o muerte para toda la humanidad, no sólo
para los Estados Unidos. Nuestros sistemas financieros y económicos están
basados en el crecimiento perpetuo. Nos parece normal que la economía crezca un
3% cada año, lo que conlleva duplicar la demanda de recursos cada 23 años. Estamos
empeñados en creer que estos modelos de crecimiento constante son la realidad. Se
llama confundir el mapa con el territorio. En un mundo biofísico finito el
crecimiento perpetuo es imposible.
Desde la revolución industrial nos hemos dedicado a
vivir aceleradamente. Somos miopes. Gastamos cientos de veces más rápido de lo
que tardan en generarse los recursos sostenibles del planeta. Nunca hemos
llegado al límite. No tenemos una referencia histórica a nivel planetario de
sus implicaciones. Localmente siempre se acababan los recursos (fertilidad de
suelos, minerales, bosques, peces, etc.). Pero la globalización existe por
algún motivo. ¿La intuye? Pero llegará un momento en que no resuelva nada.
Imagine ahora el colapso de los mercados
internacionales. Imagine una depresión económica mundial. Imagine desestabilizaciones
sociales, inflación y desempleo masivo, crimen, guerras, migración masiva y
hambrunas. Imagine…