viernes, 21 de diciembre de 2007

Usted no interioriza


La de bobadas que se pueden llegar a decir. Sobre todo si se dicen para juzgar la realidad social. Sobre todo si las dice alguien que, encerrado en un despacho muy grande, acostumbra a ver esa misma realidad social mediante estadísticas, planes estratégicos y voces de la sociedad. O mejor dicho, acostumbra a creer que esa realidad son sus datos. Lo que pasa fuera de los despachos, en la calle, es decir, lo que nos pasa a usted o a mí, no les importa realmente. Porque usted y yo no somos nada. No somos un dato. En todo caso, somos parte de los cálculos para un dato.

Mira que nos cae bien, a casi todos, el abuelete Solbes. Tiene pinta de señor sensato, de esos que da gusto escuchar incluso cuando te echa una bronca. No arquea las cejas ni levanta la voz, lo cual se agradece. Uno se siente mejor cuando un señor como Solbes te dice las cosas a la cara. Es un burócrata, sí, y vive en su caverna. Pero nos gusta su presencia. Sobre todo en estos tiempos de tanta mediocridad política. Pero, ay, resulta que nuestro vicepresidente económico vio dejar un euro de propina por dos cafés, y pensó que los de afuera, los que proyectamos nuestra existencia en la sombra de sus datos, no interiorizamos bien lo que cuesta el euro. Y de ahí la inflación. Aunque eso me consta que no lo dijo, pero como así se lo han interpretado, al final es como si lo hubiera dicho. No me había repuesto suficientemente aún del canto al conejo navideño, y ya me han inoculado el virus de la tacañería. Menda, de ahora en adelante, no piensa volver a dejar propina alguna. A ver si así controlo yo algo la inflación.

Las bobadas de la propina o el conejo no tendrían mayor relevancia si se limitasen a evidenciar ese distanciamiento sempiterno que tienen los políticos con el común de los mortales. El problema, es lo que me temo, está en el negrísimo horizonte económico que se predice con estas “boutades”. Y para verlo así no hace falta sino leer, sin tanta jerigonza, las entrelíneas de los datos de nuestros burócratas de las cavernas.

Están aterrados. Es la impresión que tengo. El gobierno viene hablando mucho, demasiado, de por qué la inflación sube de forma inesperada. Coincide en estrategia con el Banco de España. No quieren que la inflación repercuta en las negociaciones para las subidas de sueldos. Tanto el gobernador del Banco de España como el ministro de Economía proponen, por tanto, la misma receta para controlar la inflación: que los salarios pierdan poder adquisitivo. Y que nos cueste más llegar a fin de mes, como si ya costase poco. En su caverna, no sufrirán siquiera los remordimientos de la ineficacia. Se han empeñado mucho en explicar que todo será culpa nuestra, por no saber interiorizar.