Si usted no se siente vinculado al mundo científico,
probablemente la noticia le dejó indiferente. Acaso satisfecho. Por el
contrario, si usted forma parte de la comunidad científica, la información
publicada en Diario Vasco el pasado martes le alborozó.
Había oído hablar de la Fundación Ikerbasque.
Pero poco. Estoy más al corriente de otras circunstancias de
la política científica vasca. Como, por ejemplo, la Corporación Tecnalia
y, especialmente, la impresionante potencia de los centros tecnológicos vascos.
Decir que son la envidia de toda España, es decir poco. Como director del museo
en Miramón, y entrevistado acerca de la ciencia en Euskadi, nunca oculté mi
admiración por al trabajo bien hecho desde la reconversión industrial. Y
siempre sentí que el sistema de I+D+I en Euskadi representa, verdaderamente,
esa vanguardia en ciencia que a todos los vascos ha de enorgullecer. Nunca dudé
en usar el impacto mediático del museo a su favor. Era algo que no admitía
duda. Al fin y al cabo, Kutxa, inteligentemente, suscribe importantes convenios
con los centros tecnológicos.
Otra vez me preguntaron por la fuga de cerebros a Europa y
Estados Unidos. Como si nosotros no fuésemos parte de esa misma Europa. Y en mi
respuesta, creo que dejé en su sitio las cosas. Comenzando por matizar que es a
Euskadi hacia donde se dirigen esas fugas venidas de otros lugares. Ahí quedan
mis palabras en las hemerotecas, por si lo dudan. La noticia del martes
corroboró aquella afirmación. En tres años, un centenar de investigadores
experimentados, venidos de todas partes, engrosará las plantillas de
investigación del País Vasco. No pocas veces he manifestado mi desacuerdo con
el Gobierno Vasco, y criticado sus políticas. Pero en esta ocasión, mi postura
y mis afirmaciones no pueden ser sino de satisfacción.
Se sientan las bases, en esta primera década del siglo XXI,
para avanzar en el futuro inmediato y venidero. Hay temas abiertos, nuevos,
espectaculares, con todo por hacer y todo por alcanzar. Cuántas innovaciones
desconocidas nos esperan. La nanotecnología, la biotecnología, sin olvidar la
medicina y farmacología. O la energía. Podría no acabar de desgranar, uno a
uno, los aspectos que suscitan un creciente interés, rayano en el paroxismo, y
que habrán de dilucidarse en este siglo. Huelga decir que Euskadi está en
primera línea. Con su continua y creciente apuesta por el futuro bien
construido.
Otro día, en otra ocasión, habré de manifestar mi desacuerdo
en algunos aspectos residuales, derivados de la política científica impulsada
por el Gobierno Vasco. Será, como digo, en alguna otra columna, de algún otro
jueves. Ahora, si me lo permiten, voy a releer nuevamente esa noticia que me
encanta y regocija.