La Comisión Nacional de la Energía (CNE) ha abierto en su
página web una consulta pública sobre el ajuste regulatorio del sector
energético. Cualquiera puede participar. Por eso en la columna de hoy les
resumo lo que acabo de remitirles por email.
Lo primero, eliminar todo el déficit acumulado. Y acabar
con los beneficios excesivos de las centrales nucleares y la energía hidráulica,
cuya electricidad (baratísima) se paga como si fuera ciclo combinado
(carísima). Como todo el mundo sabe ya lo que es una quita, propongo aplicarla
a esos casi 21.000 millones de euros de más que han cobrado las eléctricas todo
este tiempo por un precio del pool absurdo. Y que devuelvan los derechos de
emisión que reciben gratuitamente desde 2005 y que son asumidos por todos nosotros como un coste interno
más de la generación eléctrica (astutas las eléctricas son un rato).
Lo segundo, reformar este sistema escandalosamente
beneficioso para las eléctricas. Hay que disminuir los costes de todo el
sistema (regulados y no regulados) y evitar, por tanto, incurrir en déficit en
el futuro, comenzando por reducir la remuneración de las centrales nucleares e
hidráulicas cuyas instalaciones están sobradamente amortizadas y sujetas a
concesiones administrativas. También eliminaría las ayudas a la generación con
carbón nacional (apoyar la electricidad más contaminante es incomprensible) y los
pagos por capacidad a ciclos
combinados: montar esas plantas derivó en una alocada carrera entre las
compañías eléctricas. Si erraron en sus planificaciones y estimaciones al
emprender su diseño, que se amuelen: resulta alucinante que lo paguemos los
demás a través del recibo de la luz.
Y tercero, apoyar las energías renovables.
Descaradamente. Con un marco normativo estable. Que no vengan con el cuento de
la falta de dinero, para los bancos bien que hay. La dependencia energética que
sufre España alcanzó en 2011 la cifra de 44.000 millones de euros, el 4.2% del
PIB nacional. Las primas a las renovables son una migaja en relación a lo que
nos ahorran a todos los ciudadanos, sin olvidar que en España hay muy poca
industria tecnológicamente exportable, y una de ellas es, justamente, las
renovables. Dan trabajo, aportan al PIB muchísimo más de lo que reciben, y
eliminan déficits energéticos. Es normal que los monstruos eléctricos las
teman. De momento la han ganado la primera partida al parlanchín ministro de
industria. Confiemos en que no ganen la guerra (nuestro bolsillo lo notará).