viernes, 1 de marzo de 2013

Cazzo!

La exclamación que titula esta columna es una expresión soez bastante frecuente en el habla coloquial de la república transalpina. Tradúzcala el lector como mejor quiera, encontrará varias opciones sin mucho devanarse los sesos. La traigo a colación porque, seguramente, haya sido la palabra más veces repetida en el país mediterráneo conforme iban conociéndose los resultados de sus elecciones, y que podemos resumir así: la izquierda no gana, la derecha no pierde, un cómico triunfa y el hombre de paja de ciertos prebostes se estrella.

Los prebostes, claro está, son los oligarcas (la CE, el Bundesbank, Doña Ángela y demás) que hacen y deshacen sin respeto alguno por la democracia, a su antojo y de la manera que más beneficia a los plutócratas, bancos y fondos de inversión, esos entes que buscan ganar dinero de cualquier manera aunque sea reclamando a un pueblo entero que pague con sus padecimientos, y durante décadas, sus riesgos. Por eso necesitan que los serviles oligarcas proclamen la inevitabilidad de una política económica que, como se está demostrando, sólo produce dolor, pobreza y ningún resultado positivo. Tiempo le faltó a, por ejemplo, el señor Olli Rehn, ese alto funcionario de la Comisión cuyo sueldo pagamos todos, para que dijera chulescamente algo así como: "voten ustedes lo que les venga en gana, no van a tener más remedio que seguir haciendo lo que nosotros digamos".

En España, donde nos encanta contagiarnos con las adversidades ajenas y practicamos con destreza el trabalenguas político (logogrifo con el que nos mienten y manipulan con total descaro), y donde una gran parte de los ciudadanos vota siempre a las mismas siglas por puro atavismo ideológico, así sean asnos quienes lideren las facciones que defienden, en este país, decía, hemos contemplado absortos el resultado de las elecciones italianas. Algunos comentaristas incluso han querido ridiculizar la voz de los transalpinos porque una mayoría de ellos ha optado por mensajes anti-Bruselas (casos de Berlusconi y Grillo). Yo, en cambio, me descubro ante ellos, porque han demostrado ser capaces de arrearle a la Merkel, al Rehn, al Bundesbank y a toda esa corte de los milagros, la más sonora bofetada que está permitida: el voto. Y me descubro ante ellos porque, en cambio, aquí, no hace tanto, le dimos democráticamente todo el poder a un mudo indeciso para que hiciese lo que, desde lejanos despachos, los oligarcas decidan sin atender razones ajenas.