viernes, 20 de septiembre de 2013

Un asunto que preocupa

Me pide un lector que me ocupe menos en estas columnas menos de los temas políticos (crisis, y más crisis, y luego consecuencias de la crisis) y que me centre en temas que preocupen al hombre de la calle, que afecten a su día a día y no solo de un modo coyuntural, que decía el otro. Me pone un ejemplo: hace dos semanas yo hablaba de la horterada que supone ir al gimnasio a volverse uno Hércules, y tildaba de héroes a quienes simplemente desean mejorar su tono físico; concluye mi lector diciendo que debería (yo) definirme mejor en este tema asaz interesante, sin limitarme a un mero comentario al margen. 

No hubiese sospechado yo que opinar aquí sobre el tema de los gimnasios (o de su intencionalidad) fuese tan inopinadamente atractivo, pero si lo dicen mis lectores no voy a ser yo quien les contradiga. Además, se da la circunstancia de que en esto, como en tantos otros temas, he visto recientemente cómo mis convicciones han experimentado un giro más o menos copernicano. De modo que, con agrado, voy a entrar a este trapo… 

Es cierto. Dije que ir a muscularse cual Schwarzenegger es de horteras. En realidad, fue una contraposición con lo que califiqué como heroico: el de quienes, sin opción ni ganas de volverse un titán hercúleo, desean mejorar su estado físico. Oiga, lo de tumbarse en el sofá al final del día, cerveza en mano, y quejarse con la tele puesta de no disponer de tiempo para hacer ejercicio, no tiene mérito. Lo meritorio es arrancar un par de horas para acudir a hacer spinning, o aerobic, o simplemente a correr, porque se tiene la certeza de que aporta bienestar. Lo de hinchar los músculos es legítimo, pero yo no le veo más justificación que la propia chifladura personal para ello (al margen de la imagen que transmiten los actores y modelos, que viven de eso). Además, requiere de una dedicación que en muchos casos resulta inaccesible al ciudadano medio. 

Vivimos en una sociedad poco esforzada. Nos quejamos mucho, deploramos muchas cosas de nuestro cotidiano vivir, pero a la hora de la verdad, hacemos poco por remediar ni una sola de las circunstancias que vituperamos. Esta del ejercicio, es una de ellas. Y que conste que yo, hasta hace nada, era uno de tales escépticos. Hasta que he decidido combatir la vejez prematura y la barriga demasiado holgada. Y se sufre, vaya que sí, pero en poco tiempo uno se siente mejor. Y aún más, ni siquiera se vuelve a soñar con parecerse al Conan ése sin moverse del sillón