viernes, 21 de noviembre de 2014

Otra Cataluña

Van a pensar que viajo demasiado. Y es cierto. Esta semana vuelvo a deambular por tierras inglesas, concretamente por la beatleniana Liverpool. Algunos amigos preguntan, con cierta frecuencia, si realmente me pagan por desempeñar este trabajo o soy yo quien paga por él.

A lo que iba. Ayer por la noche, miércoles para usted, tras disfrutar de una sabrosa cena en el mejor restaurante indio de los renovados diques de la ciudad en compañía de unos colegas belgas, holandeses, franceses, checos y eslovacos, nos dirigimos a un pub (obligada costumbre) para trasegar una buena cerveza inglesa. En realidad, finalmente cayeron varias pintas, no podría ser de otro modo. Algunos de mis colegas optaron por un gin&tonic (una vez más, resultaron ser varios, tantos como pintas ingerimos los restantes). En un momento de la velada, tras exhaustar algunos temas clásicos de conversación internacional (fútbol, crisis, fútbol, la reina de Inglaterra, fútbol), a un belga se le ocurrió preguntar, mirándome con expresión sarcástica: "¿Y Cataluña, qué?".

Entonces me di cuenta de que todos ellos, salvo el segundo belga, que conoce muy bien España, se adherían a la independencia de Cataluña como previamente se habían adherido a la independencia de Escocia. Los belgas, obvio es, por sus dos mitades felizmente bien coordinadas. El checo y el eslovaco, por similares razonamientos. El francés, porque sí. Y el holandés, por aquello de no quedar conmigo y el otro belga en minoría. Evidentemente no fue un charla seria. Se trataba de una conversación sarcástica aderezada por los gin&tonic y con una clara intención de afrentarme. Pero no me dejé.

Dejo para otra ocasión los detalles de los sarcasmos que continuaron. Pero sí quisiera compartir con ustedes la siguiente idea: Cataluña, o Artur Mas, como quieran, ha logrado hacerse oír. No estaba muy seguro de ello, pero ahora sí lo estoy. Muchos europeos creen, o parecen creer, que Cataluña fue una nación independiente en el pasado y que actualmente es una región con todos el derecho a existir al margen, quizá contra, España. Seguramente contra.

El éxito de esta estrategia de comunicación, bien eficaz, contrasta dolorosamente con la imagen de tenaz inmovilismo del Gobierno, o de Rajoy, para ser precisos, que en esto, como en tantas otras situaciones, sigue dando puntadas sin hilo, aparentando estar sobrepasados por los acontecimientos, que ya es decir. Una pena.