viernes, 17 de abril de 2015

Paseando por Bruselas

Anoche paseaba por la Grand Place de Bruselas, ensoberbecido por los murmullos de la mucha gente que, aprovechando los 25 grados de temperatura, había aprovechado para anegar todas las calles del centro, todos los rincones y todos los bares también. Bruselas es un lugar fantástico cuando reina el buen tiempo, pese al elefansíaco entramado comunitario que todo lo llena y tan aburridamente se desempeña.

Luego supe que por aquí había pasado nuestro Rey. Y que allí estaba esperando al monarca el líder de Podemos, a quien vi descender del mismo avión que, a primerísima hora, me trajo a estos lugares donde aún se sueña con el Duque de Alba cuando las pesadillas asolan el descanso nocturno. Un tipo menudito, el tal de la coleta. Lo primero que pensé al verle tan fugazmente es que llevaba el semblante demasiado serio (supongo que por el madrugón) y que físicamente no tiene demasiada presencia. Pero eso no cuenta, que a los políticos se les caracteriza sobre todo por la dialéctica y el encanto para encandilar a las masas, no por su porte favorecedor o desfavorecedor. Aunque supongo que todo ayuda... Decían los diarios que el republicano había ofrendado al monarca con los vídeos de esa serie que nunca he visto y de la que todos hablan ("Juego de Tronos"), acaso porque favorecemos  la fantasía frente a las realidades de la Historia, que si de intrigas y poder hablamos, nada como echarle un buen vistazo a las usanzas de Isabel de Castilla (de quien también han realizado otra serie de TV que tampoco he visto). Muchos políticos actuales, tanto los viejos ya como los otros más bisoños y jóvenes, mucho habrían de aprender de la inteligencia y astucia desplegada por las leyendas que pueblan los siglos pretéritos...

En Bruselas siempre tengo la impresión de estar inmerso en una irrealidad dominaba por tecnócratas y sin conexión alguna con el mundo que vivimos los demás. Por eso me alegra que una espontánea se atreva a lanzar confeti a Mario Draghi, ese hombre imperturbable que lo mismo preside el mayor de los horrores financieros, imparte lecciones a diestra y siniestra desde el BCE, o atenaza los gaznates de todo un país para escarmiento de propios y extraños. El confeti no ahoga, no exhausta, solo tiene un objetivo simbólico, algo de lo que carecen estos dragones sofocantes que rigen nuestros destinos.

Luego, a la entrada de un pub en pleno centro de Bruselas, dos tipos alcoholizados pretendieron besarme. Es obvio que la sombra del Duque de Alba hace tiempo que se desvaneció...