Los titulares de prensa arrecian con las proclamas de
quienes tratan de camelar a la clase votante para mayor gloria de sí mismos durante
la recolección en las urnas. ¿Piensan ustedes que esos vocingleros de vía
estrecha tratan de empujar la ilusión del pueblo hacia el objetivo de crecer,
de crear, de subir, de convertir esta descuartizada nación en un lugar de
prosperidad, emprendimiento, justicia y libertad? Y un cuerno. Los contenidos
de todos ellos, casi sin excepción, pasan por eso tan rutilante que se ha
venido en llamar “políticas sociales”: dicho en plata, gastar excesivas
cantidades del dinero de los impuestos en dar y repartir, en lugar de promover acciones
que generen riqueza.
Dirá usted que hay millones de personas en situación
angustiosa, en exclusión social, y que todo dinero es poco. Dirá usted que no
es justo que un solo niño pase hambre. Y dirá bien. Pero yo le voy a responder
que repartir la miseria no librará a nadie de su actual angustia ni creará un
solo puesto de trabajo, salvo algún funcionario o cosa parecida. ¿Acaso no hay
mejor forma de emplear los 6.000 millones de euros que cuesta la genialidad del
mínimo vital que quiere introducir ese señor del PSOE que nadie sabe de dónde
ha salido? Ya el omnipresente de la coleta advierte de la muchísima pobreza que
hay en este país: porque uno sale a la calle y, claro, lo único que contempla
es eso, miseria y ratas por la calle, y gente muriendo de hambre sobre las
aceras o rebañando de los estercoleros...
¿No éramos ese país que hace tan solo una década
pretendía hablarles de tú a tú a los más egregios dirigentes del orbe? ¿Cómo ha
sido posible que tan rápidamente se haya convertido todo en el actual erial que
nos vociferan estos visionarios de tres al cuarto, mensajeros del miedo y de la
ruina, despreocupados de cualquier idea que suponga arrearle un buen empujón a
la iniciativa privada o a la libertad de los individuos¿ ¿Por qué estos frikis parecen
haber convencido de la proximidad del Apocalipsis a tan amplio espectro de la
población? ¿No será que al final, como es habitual, habrá que concluir que tenemos
los gobernantes ramplones que nos merecemos?
Que el modelo de vida que nos traten de imponer sea
la renta universal básica, habla poco y muy mal de nosotros. Este país no se
resquebraja por las tensiones independentistas. Se hace añicos porque los
líderes políticos venden, con éxito, el reparto de la pobreza como eje vertical
de sus programas.