Hace años, cuando vivía en Italia, me desternillaba con
los chistes (italianos) sobre política. “La nuestra es tan complicada”, decían,
“que no la entendemos ni nosotros mismos”. En nuestro país, ahora, la política
parece una exportación transalpina. Tanto, que mis colegas italianos,
alarmados, me interrogan sin ambages para que les aclare cómo está la situación
en mi país. Les explico que se llevan a cabo negociaciones entre socialistas y podemitas (la izquierda y la extrema
izquierda), una vez admitida la retirada conservadora, consciente de su bien
merecida soledad parlamentaria, y del extraño caldo de cultivo que habría de
cocerse añadiendo la aquiescencia (y abstención) de una decena larga de
partidos, sobre algunos de los cuales soy incapaz de precisar su origen o
actuales idearios. “Ma dai”, exclama el mayor de mis interlocutores, “quello é
un vero casino, molto peggio che nostra situazione”. No me queda otra que
asentir. ¡Si al menos yo supiese con certeza lo que está pasando o de lo que se
habla! Pero no lo sé y aplaudo como factible la interpretación de mi amigo.
Exhaustado el tema político, toca el económico. Echan
pestes mis colegas sobre la situación de la metalurgia en el país con forma de
bota. La caída de la producción en su sector, desde 2009, se sitúa en el 50%. Y
aún no se ha detenido, solo se ha desacelerado, que dicen los expertos
empleando terminología cinemática. Saco pecho hablando de la recuperación del
sector español, del grueso de sus exportaciones, del tirón para el resto de
sectores constructivos. Pero los titulares de prensa vierten un frío de hielo
destructor sobre mis esperanzas. “Europa camina hacia una segunda crisis”, me
advierten, “y esta vez caerán todos, empezando por Alemania”. Sigo los
vaticinios con atención, echo una extrapolación rápida de lo que podría suponer
encadenar un desastre similar al vivido los últimos años en nuestra maltrecha
producción actual (y facturación), y me entra el pánico. “El problema es que no
tenemos políticos capaces de articular soluciones factibles”, me dicen. Este
argumento ya lo he escuchado antes. Está repetido. No sé si hablan de Italia,
de España o de Europa. Tal vez de todo. Años más tarde, se repiten cíclicamente
los temores. Tal vez también la crisis…
En espera de ver lo que nos depara la política, toca
mejorar el discurso. Ellos que sigan atentos a lo que sucede en Asia. Nosotros,
a seguir anhelando las nieves en este invierno tan extraño…