viernes, 30 de septiembre de 2016

Zabalik Eskuak

Estudié en los Maristas de Zaragoza, donde había buenos equipos de baloncesto y balonmano, pero a mí no me interesaban e hice otras cosas. Entonces Zaragoza formaban “provincia” con los colegios de Bilbao y Pamplona y en todos había un club de tiempo libre (excursiones, campamentos veraniegos, reuniones, etc.) llamado Zabalik Eskuak, salvo en Zaragoza, donde se denominó Amanecer, club en el que fui monitor por muchos años. Disfrutaba las reuniones provinciales con los monitores de otros centros. Los de Bilbao eran la caña, siempre advertían de que todo lo debían consultar con las bases. Las bases eran niños de 12 a 14 años apuntados al club, ya ven ustedes. Por supuesto, no consultaban nada: informaban, igual que hacíamos nosotros, pero la alusión asamblearia resultaba de un vanguardismo fascinante.
Nunca he querido ser base. Me gusta el amplio espectro de pensamiento sin que me arrastren los prefabricados de la ideología. Sucede que, como enseña la Historia, las bases son fácilmente manipulables y sirven de excusa para ocultar la nadería. Lo vemos estos días con el enroque de algunos políticos en su propio egoísmo. Cataluña o el PSOE son buenos ejemplos, de cierta espectacularidad, y divertido sería contemplarlo si no fuera por las terribles implicaciones que tiene. No es lo mismo un club juvenil que un partido político: en este último no se trata con cuestiones domésticas o fingir desagrado ante decisiones orgánicas, sino establecimiento de políticas que pueden afectan al conjunto del país. De ahí la amenaza.
Personalmente me preocupa mucho más lo de Cataluña que la caída del puño y la rosa (algo que se veía venir). Los diarios no le prestan demasiada atención (el laberinto de don Pedro vende ejemplares), pero es crucial reseñar que desde hace un año el 48% avanza ensoberbecido e ignorando al 52% bajo el yugo inflexible del 7% antisistema, un grupo capaz de cobrarse la cabeza del líder supremo y de orientar las fabulaciones ajenas (y al país entero) hacia una guerra penosa contra un enemigo que no reacciona por estar sumido en la parálisis más absoluta. Manejan los hilos del comparsa (un tal Carles) y consideran al 52% prescindible. Así son las dictaduras en democracia: en Cataluña lo llaman RUI.
Ni el enrocado ni los anticapitalistas caminan con manos abiertas. Solo les importa su destino. Ocluyen lo restante porque encuentran la aquiescencia de las bases. Eskuak itxita ibiltzea, egia ezkutatzearen alde egitea da.