Admito que eché una sonora risotada cuando leí en la prensa
que los políticos, nuevos y viejos, sobre todo nuevos, esos que hablan de
regeneración política sin rubor haciendo lo mismo que hacían los que siguen sin
regenerarse, vocearon la necesidad de crear una Comisión de Investigación en el
Parlamento sobre el desatino del Banco de España (BdE). Admito no tener ni idea
de cuáles son las consecuencias que se derivan de tales comisiones investigadoras,
porque una ligera noción de su significado sí que tengo (que no es poco): en
pocas palabras, para mí que no sirve de gran cosa.
Lo de aquella estafa de Bankia sucedió hace 5 años y como
si fuera ayer, oiga. Solicitar una comisión a toro pasado es alardear de valor
con el morlaco apacentando (me disculpen los taurinos y antitaurinos). Fue UPyD
quien se lanzó, con aquella estrategia suya tan admirable de poner patas arriba
(y desde dentro) cualquier cosa que oliese a chamusquina, a la arena de cargar
contra un sistema bancario que, haciendo aguas por todos lados, se hallaba
envuelto en escándalos financieros y también personales de lo más vergonzoso. En
definitiva, 5 años de sumario (¿son pocos? ¿son muchos? Algunos hablan de
apresuración) y ya hay banquillo. Como en el fútbol (creo).
No voy a entrar a desempeñar el papel de juez en este
asunto (lo primero, porque creo que una cosa es sentenciar y otra tener una
opinión), pero sí mantengo la convicción de que el Banco de España hace tiempo
que dejó de ser el baluarte inexpugnable en el que los banqueros medían sus
fuerzas, para convertirse en el muro resquebrajado en cuyas grietas el sistema
financiero oculta los desatinos: el primero de ellos, un rescate que “no va a
costar ni un euro al contribuyente” (Guindos dixit, 2012) y que el Tribunal de
Cuentas ha calculado en unos 120 mil millones de euros, sumando el Estado y el
sector.
Y mientras tanto, el elegido, quien habría de vigilar y
conjurar peligros, el socialista que arruinó el tinglado de esta farsa bien
antigua, y hablo del tal MAFO (puntualizo lo de socialista no por dogmatizar,
sino para que no le supongamos tanta neutralidad) se reproduce cual hurón en
artículos periodísticos donde enseña a chicos y grandes cómo se ha de mejorar
la democracia. Haciendo uno bien su trabajo, le respondería yo, pero sabido es
que el poder amortigua los sonidos hasta convertir el mundo en un rumor sordo
al que no ha de prestarse gran atención. Que le vaya bien (justamente).