jueves, 2 de marzo de 2017

El polaco sexista

Ayer mismo los teletipos (¿hay?)  vomitaban un titular “imprescindible”, es decir, reflejo de que el mundo sigue siendo un cajón donde caben todos los trastornos: un eurodiputado polaco (machista, antisemita, racista y no sé cuántas cosas más, supongo que muchas) justificaba ante el Parlamento Europeo la brecha salarial existente entre hombres y mujeres porque ellas, decía, son menos inteligentes. Entiendo que a la mayoría les ha causado estupor leer que alguien piense que las mujeres son menos listas que los hombres, dando por descontado que la diferencia salarial es algo presente en nuestra sociedad y sumamente complejo de corregir, por lo que no genera estupefacción. Visto así, el diputado polaco es efectista, y nosotros un tanto aburguesados. Para mí el horror no estriba en un pensamiento machista manifestado con simpleza: el horror estriba en la alarmante carencia de mecanismos que permiten erradicar la injusticia salarial (y otras más).
En Euskadi hay buenos estudios al respecto. Los de Emakunde, por ejemplo, esa gente que en sus informes compara Italia o Bélgica no con España, sino con el “Estado español” (en los demás países el estatalismo debe de ser contingente), hace tiempo que publican datos y análisis, y confirman la existencia de un hecho incuestionable: que hay brecha salarial entre hombres y mujeres. Lo curioso es que, desde las abrumadoras estadísticas, se colige también que muchos de los hombres son, en sí mismos, “brechistas” aunque sea por omisión. Si la brecha parece asegurar la prevalencia masculina en un mundo afectado de valores estresados, es forzado que esta continúe mientras no se arregle el problema de fondo.
Hay más brechas. Y las asumimos aun sin estar de acuerdo. ¿Acaso solo se oponen a la desigualdad los de siempre? ¿Se rectifica sobre la marcha el salario de un empleo al ver entrar por la puerta a un ser humano con tacones y pelo largo en vez de corbata y barba? No tiene sentido criticar el sexismo mientras lo demás siga ahondando en un sentimiento inveterado de desigualdad. Vean, si no, el vídeo de la artista Yolanda Domínguez donde unos niños interpretan anuncios de moda de las grandes marcas: ellas son hambrientas o enfermas, ellos héroes y empresarios. Y eso que ellas cobran más, se lo aseguro.
Lo del polaco sexista es episódico y en modo alguno polaco. Es el vivo reflejo del mundo en el que vivimos: pluscuamperfecto cuando lo arreglamos en el papel, defectuosísimo en su día a día.